martes, 6 de octubre de 2015

FLATULENCIAS A BORDO


Un médico danés, Rosenberg, realizaba un viaje de larga distancia a Nueva Zelanda. Al mirarse al estómago se dio cuenta de que había crecido visiblemente desde que subió a bordo y, cuando abrió su equipaje vio una botella de agua vacía. Entonces comprendió lo que ocurría. La botella se había expandido cuando bajó la presión de la aeronave, en vuelo, y luego se contrajo cuando aterrizaron. Ahí entendió el médico que los gases de su estómago probablemente estarían haciendo lo mismo. 

Los científicos estiman que la persona emite flatulencias unas diez veces cada 24 horas, equivalente a cerca de un litro de emanaciones.

Esos gases son producto del alimento que no fue absorbido por el intestino y que es fermentado por bacterias. La fermentación produce nitrógeno, dióxido de carbono e hidrógeno, además de otros componentes sulfúricos más olorosos.

Mientras que la flatulencia en los aviones pasa un poco desapercibida, o es cortésmente ignorada, puede causar inconvenientes mayores en vuelo. Algo que afecta especialmente a quienes pasan mucho tiempo en una cabina presurizada. Según las estadísticas de la Asociación Médica Aeroespacial, más del 60 por ciento de los pilotos sienten hinchazón abdominal, el motivo tiene que ver con la física básica: "la presión cae y el aire debe expandirse en un espacio mayor". 

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